Un millón de gotas – Toutes les vagues de l’Océan

Acabo de terminar de leer Un millón de gotas de Víctor del Árbol, uno de los invitados en literatura extranjera al salón del libro de Besançon, «Les mots Doubs». El salón me lleva (o me obliga) a leer autores que espontáneamete nunca hubiera elegido en una librería, sin conocerlo, con esa etiqueta de «Novela negra». Cada año no me arrepiento y éste menos que los anteriores.

Un millón de gotas es una escritura de infarto que corre por todo el siglo XX y viene a escorar en el XXI. No en orden, con cronología de antes a después. El presente y el pasado se cruzan, se enredan y desenredan para acabar construyendo un relato con muchas entradas. Es como un rompecabezas, o como la imagen novelesca de la Matriochka, ese juego de muñecas rusas que tanto me encantó cuando era niña.

Elías Gil, es un joven ingeniero comunista, hijo de un minero de quien había heredado la ilusión de mejores días con la Revolución Bolchevique. Joven, brillante, luchador que poco a poco la Historia va moldeando. Vamos viviendo con Elías desde 1933 las purgas y las exportaciones estalinistas, el GULAG y sus horrores, el amor y sus dolores, la huída y la lucha de una fiera herida dispuesta a defender su vida a cualquier precio. Pero… ¿es solo eso?

La Guerra civil y la Segunda Guerra mundial vienen a completar esta epopeya de un Cid Campeador que poco a poco va apareciendo ante nuestros ojos horrorizados por debajo de su armadura de ideales. Las componendas, los crímenes, las cobardías… la condición humana enfín. Las ilusiones perdidas sin confesar.

Paralelamente, en el relato que va de presente a pasado y vice versa, vemos que la vida de sus herederos se ve afectada por lo que fue el padre. A Gonzalo, abogado sin mucho brillo y poco dado a la vida complicada, le toca desenmarañar la historia familiar. El secreto tan bien guardado por su madre Esperanza, alias Katerina. Secreto ya, en parte, desvelado por Laura, la hermana mayor. Laura quiere creer en la justicia, en que se puede hacer un mundo mejor pero como Don Quijote se va a batir con las aspas del molino hasta la destrucción. Laura es la única sin componendas y cuya fe tendrá efectos, mal que bien, en otros personajes.

Un millón de gotas es la obra sobre la importancia fundadora de la infancia. Anna, Laura, Siaka, Gonzalo y más que todo Igor… son ejemplo de ello.

Las mafias rusas, la corrupción internacional, los tráficos de todo tipo completan un cuadro sombrío del mundo que nos rodea. ¿Puede el capitalismo ser otra cosa que corrupción? ¿El mundo es solo apariencias? ¿Los hijos podemos juzgar a los padres? …. Acaba uno preguntándose.

Puede que sea una novela «negra». No soy muy aficionada al género. Es ante todo una novela que nos pasea por la historia y la literatura del siglo XX al XXI. Que nos habla del Hombre, esa bestia que se irguió y se puso ropa y que según las condiciones históricas que le toca vivir puede volver a su estado inicial: depredador o presa. Hay que elegir.

Nunca he querido creer en el destino. El «fatum» de la tragedia griega. Siempre he querido pensar que cada uno se labra su propia vida. Cada uno de nuestros actos son portadores de consecuencias para mejor o para peor. Al terminar de leer una duda ha germinado en mi mente. ¿Será que existe el destino? ¿La fatalidad? ¿Será que los hechos del pasado y de los antepasados deben recaer inexorablemente sobre los hijos? Escaparán los descendientes de Gonzalo del sino que se cirnió sobre sus antepasados?

Víctor del Árbol en su epílogo nos saca de la manga una coquetería muy Cervantina metiéndose como autor y ya no solo como narrador en este relato que no me ha dejado otra opción que volver a mi blog para ver si mis amigos corren a buscarlo en librería. Excelente referencia.

Durante toda la lectura no pude dejar de pensar en las atrocidades que el mundo ha conocido desde que tengo uso de razón. En que los refugiados de hoy son idénticos a los de antaño. En que los niños abandonados que cruzan fronteras sin la protección de un adulto o se ahogan en una playa turca no son más que la repetición, como una maldición de lo que ya se ha visto en la historia de la Humanidad, siempre con los lobos como Igor Stern, dispuestos a abalanzarse sobre ellos para despojarlos o comérselos… enriquecerse y adquirir poder a costa de ellos.

También se me ocurrió, que antes de morir «pour ne pas mourir idiote» tengo que leer a Dostoieski, Pouchkine, Tolstoï, Tchekov… que mi manía de no querer leer traducciones me ha vedado como tantos otros grandes autores de idiomas que no sé leer. Pero ya no me queda tiempo para aprender ruso.

«Un Millón de gotas», la frase optimista de Laura se convirtió en francés en «Toutes les vagues de l’Océan» (art. de Libération pero hay muchos más). Sin embargo, la imagen de la gota que poco a poco va oradando una piedra, que va formando ríos cuando otras gotas se unen y que esos ríos van a hacer el mar, el océano… no es la ola de la playa. El océano no es más que miles de millones de gotas. Miles de millones de voluntades dispuestas a luchar por un mundo mejor. El título es bonito pero no es de Laura.

Escuché a un crítico francés hablar de «chef d’oeuvre». Oui. Je crois.

En el país de la accesibilidad según Marie y Juanpi

¿Por qué me gusta leer el Charlie Hebdo cada semana? Supongo que porque muchas de mis preocupaciones sobre el mundo en que vivimos se ven reflejadas en sus páginas. También porque el Charlie siempre ha tenido el talento de afiliarse al talento. Talento de periodistas que saben investigar cuando es necesario, entrevistar…, verdaderos talentos de pluma y caricaturistas de primera.

Cuando recibo el Charlie cada miércoles lo primero que hago es buscar la crónica de Philippe Lançon, herido de gravedad en el atentado del 7 de enero de 2015. Su convalescencia es la crónica de la condición humana. Con pudor y delicadeza cada semana es como si lo acompañáramos un ratito en su caminar hacia un retorno a la vida. Una vida que nunca será la de antes.

Muchos de los artículos del Charlie me dejan con la insastifacción de no poder hacer clic en un «me gusta» o «compartir» . ¡Qué pena que tanta gente no sepa lo que hay en el Charlie! A veces para reír, sonreír, indignarse… siempre para pensar.

Hoy, Marie Darrieussecq, escritora y sicoanalista nos habla en su crónica de un «territorio muy complicado, lleno de gradas, escalones, obstáculos, pisos, niveles, fosos […]: … el territorio de la discapacidad.» Enseguida pensé que Marie es una amiga secreta de Juanpi Dolande, ese panameño tan formidable que cada semana nos cuenta en video «Las aventuras de mi silla y yo».

Así lo presenta Juanpi cada semana, con un reto a personalidades conocidas para que lo acompañen en sus aventuras en la silla de ruedas.

¡De Panamá a París, la misma vaina! El combate es el mismo y la pelea es peleando. La pelea por la accesibilidad, por la autonomía, por la dignidad de todos.

Marie, como Juanpi, nos habla de accesibilidad, palabra nueva para decir ¿puedo hacer tal trayecto de manera autónoma si camino medianamente bien? Nos aporta un ejemplo preciso con la linea 4 del metro parisiense al cual se le instalaron ascensores – ¡esperanza! – cuando se prolongó la línea hacia el sur. En la puerta del ascensor nuevecito, hay un letrero que dice «puesta en servicio próximamente» es un caso de estudio. Desde hace tres años el letrero está allí, sin moverse. Y no pasa nada. Los usuarios, cansados de la promesa en falso, han tachado «próximamente» y han florecido grafitis más realistas en su lugar: «cuando la rana críe pelo en las caderas», «el día de San Glin Glin», «cuando los griegos paguen la deuda»… Pero no pasa nada. Las mamás siguen levantando los cochecitos de sus bebés por las escaleras, los discapacitados evitan el sector, los viejos refunfuñan, los cojos maldicen y los viajeros cargados de maletas tropiezan. Es una vida de barrio caricaturalmente francesa, maldiciendo a responsables difíciles de identificar. Esos ascensores costosos en su caja de vidrio, estáticos desde hace tanto tiempo, se viven como una provocación.

Como Marie, lo suyo es escribir, envió una carta a la administración del Metro de París, la RATP (Régie Autonome des Transports Parisiens). Una consejera de clientela le respondió muy amablemente que su correo había sido de interés y que comprendiendo perfectamente la interrogante, deseaba aportarle algunas explicaciones: «No podemos precisarle una fecha de puesta en servicio del ascensor de la Porte d’Orléans. En efecto, para ser puesto en funcionamiento, este equipo necesita la validación de la inspección seguridad de la empresa responsable de su instalación. Nada impide actualmente la recepción técnica del aparato, pero, para estar en conformidad con las disposiciones reglamentarias en materia de accesibilidad a las Personas de Movilidad Reducida (PMR), un pictograma deberá ser puesto en el ascensor para precisar su accesibilidad a los Utilizadores en Silla de Ruedas (UFR). Sin embargo, exceptuando las estaciones de Mairie de Montrouge y Puerta de Orleans, las demás estaciones de la línea 4 no son accesibles a las PMR. Además, el acondicionamiento de la accesibilidad andén/tren no será realizado hasta que se haga el cambio de todo el material rodante de la línea 4. Por consiguiente, la accesibilidad total entre Puerta de Orleans y Mairie de Montrouge solo podrá ser efectiva en 2019 con la automatización de la línea.«

A Marie, todo esto le pareció, a fin de cuentas, gentil pero incomprensible. La persona que había tomado el tiempo de contestar traducía los acrónimos (PMR /UFR), pero por mucho que Marie hubiera estado en algunas UFR (Unidad de Formación y de Investigación), esa «novlengua» se le escapaba. Entendía solamente que, una vez más, los discapacitados tendrían que esperar. Marie consultó con un amigo que sabe hablar el administrativo lo que le ayudó a entender más precisamente que si el UFR  bajara a tomar el metro con el ascensor, nunca más podría subir pues al otro lado, por ahora, NO hay ascensor. El usuario se vería, pues, en un sketch al estilo de Devos, dando vueltas para siempre en el metro. Menos molestos pero exasperados también están los PAP (Padres Con Cochecitos de bebé), VQC (Viejos Que Cojean), EM (Enyesados Momentáneos), VEV (Viajeros Sobrecargados de Maletas) y  ENFANT (Ser Naturalmente Aquejado de Agitación y de Enanismo Transitorio). Todos esperan un «próximamente» que no llega. Por su parte, Marie aprendió que en la novlengua «próximamente» significa dentro de siete u ocho años.

Esto es una adaptación bastante libre del texto que con talento nos entrega Marie Darrieussecq en el Charlie Hebdo del 22 de julio 2015. Para quienes puedan y prefieran acceder al original en la lengua de Molière, aquí se lo dejo, con todo el sabor del verbo de Marie Darrieussecq.

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Charlie Hebdo du 22 juillet 2015

Hacía tiempo quería hablar de Juanpi. Hoy, Marie me obligó a sentarme a escribir, a recoger su lucha. Ellos dos lo dicen todo.

No me consuela que la batalla por la dignidad de todos sea universal. Me consuela que haya seres valientes que no se dan por vencidos. En Panamá veo a pocos en la lucha. En Francia no hay tantos, pero son activos en las redes sociales. Accessible pour tous, todos los días recuerda, a los políticos, las promesas no cumplidas.

El estilo juguetón de Juanpi dará sus frutos. El humor que aparece en el texto de Marie muestran lo absurdo de situaciones increíbles.

La lucha digna de los discapacitados nos concierne a todos y la resignación no puede tener cabida. Es un derecho humano el poder desplazarse libremente cualquiera que sea nuestra condición física, estatus social, género… Hoy, estoy en buen estado de salud, puedo correr, subir escaleras, saltar charcos y fosos… ¿Y mañana? ¿Me veré condenada a quedarme encerrada en casa?

Mi canasto de eneldo

Ya amaneció. Por la contraventana entornada se cuela la claridad del cielo. Es pleno día… ¿qué hora es? Ah, no… ¡qué temprano! Apenas las 5:40 de la mañana pero estamos en junio y en el hemisferio norte. ¿Pero qué hago yo despierta tan temprano? Veo el mensaje de mi hermana en el Whatsapp «ya llegamos a la casa de la Mesa». Tres mujeres, tres generaciones para pasar el fin de semana lejos de la ciudad. Me alegro. En Panamá aún no es medianoche del viernes y yo ya me estoy levantando el sábado. Me acecha la esquizofrenia. El cuerpo aquí, la mente allá. Una parte del corazón de cada lado del Atlántico. Algunos días me curo y dejo de vivir allá para disfrutar de mi aquí.

¿Qué me dice el Tuíter? Que  De Lima dice que él no fue. Que le cambien la medida cautelar. Unos a favor, otros en contra. ¿A cuántos más hay que investigar? Se hace el balance del primer año de gobierno del Presidente… los atentados, asesinatos horrendos en Francia, en Túnez, en Koweit… y alguna mujer masacrada por su pareja en cualquier parte.

Bueno, ya está bien. ¡A desayunar! tomarse un café, preparar la mochila y arrancar. Hoy me toca ir a ayudar a mis productores de hortalizas a 40 kilómetros de aquí. ¡A moverse! La agricultura es madrugadora, yo no.

¿Cómo dice? ¿Que desde cuando yo soy agricultora? Pues nada. Desde que decidí hacerme miembro de algo que por hoy voy a llamar una cooperativa entre productores y consumidores. El «canasto de eneldo». Antes, ¡ni sabía lo que era el eneldo y nunca había comido hinojos! Creo que en España lo llaman «grupos de consumo» o algo asÍ. Estoy aprendiendo desde que decidí que no basta con comer productos orgánicos de buena calidad, sino que además, es mejor si se producen a una distancia razonable de mi casa. En circuito corto, del productor al consumidor en el marco de una relación solidaria y no puramente comercial. Me gusta sentir que soy parte de un proyecto de salud pública y de economía solidaria. También me gusta contribuír a que los que producen mis alimentos se ganen la vida decentemente como cualquier otro profesional. Todos los productores del grupo son gente joven pocos necesitan nuestra ayuda en ciertos momentos del año.

A ver, la mochila. Una cantimplora, un bloque de hielo para refrescar, un emparedado, un banano. ¿Qué falta? ¡Hum, que no se quede el sombrero, lo voy a necesitar! ¡Andando!

Siempre temo perderme. Antaño, vine muchas veces a varios pueblos del sector, cuando cantaba en el Coro Universitario y dábamos conciertos donde nos invitaban. Pero ya no conozco la ruta. Las han cambiado. Han puesto desviaciones para evitar pasar por los pueblos que hay en el camino. Es más rápido, pero siempre temo enredarme. Tengo que ir mirando los letreros. ¡Por suerte los hay, no como en Panamá!

– Oiga, por favor, ¿para ir al Rincón de la Palma es por aquí?

– Sí, cómo no. Siga al busito de colegiales. Él va pa’ allá.

El busito se sabía muy bien la ruta y se conocía todos los cráteres del camino, enseguida entendí que los zig-zag que hacía no era porque estuviera borracho. Parece que ahora la carretera está buena.

En el auto, las noticias siguen dando detalles de los atentados. La monstruosidad de una decapitación en Francia. ¿Por qué ese empresario acabó sus días así? ¿Por ser el patrón del asesino? ¿Por qué un individo pone a su familia en semejante trance de verse señalada? Su madre, su hermana, su esposa, sus hijos… Todo eso es agua para el molino de la extrema derecha francesa. Puerto El Kantaoui, Túnez, lugar hermoso donde mis hijos conocieron la primera experiencia de buceo con botella. Estamos destruyendo el planeta. El hombre sigue auto destruyéndose, por sed de poder, de dominación, de dinero, oro, petróleo…

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Ya estoy… son las 8 a.m. Nunca he llegado tan temprano.  Todo tranquilo. Hortalizas para allá, hortalizas para acá. Los invernaderos de los tomates, pepinos, berenjenas… Ahí viene Fred.

– Hola, Fred, ¿qué hacemos hoy?

– Vamos a desherbar las coles…

¡Ah, los repollos! La mala hierba… En agricultura orgánica, la hierba se saca a mano… cero herbicida… cero Monsanto. ¡Cóncholes! se me olvidaron los guantes después, ¡quién recupera esas uñas negras..!

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Somos 4 en las líneas de repollos. A mis años, las rodillas no resisten la posición en cuclillas y si me arrodillo durante 10 minutos, luego, desboblar el cuerpo es un tormento indecible. La solución es el fitness. ¡Un, dos, un dos…! Piernas separadas, rodillas flexibles, uno ¡abajo! agarras la mala hierba entre las coles ¡arriba! la tiras donde te dijo Fred. Un, dos… sí, ya sé. En el gimnasio, los ejercicios duran una hora, aquí es gratis y duran toda la mañana. ¡Un, dos…!

– Chicas, son las 12:30, ya han trabajado bastante. Vamos a tomarnos una cerveza.

Con razón ya no siento las piernas, las rodillas, los muslos, la cadera… ¡Estoy hecha leña!

Sentados en la terraza de la granja, la cerveza del artesano cervecero miembro de nuestro grupo me sabe a gloria. Estoy hecha leña pero contenta. Aprendí muchas cosas hoy. Las pulgas y los pulgones, las mariposas blancas que están buscando donde poner sus larvas golosas, los insectos auxiliares, orugas y mariquitas… Me enteré de la inquietud por las plagas y la razón del uso muy limitado de fitosanitarios.

–  Mira, aquí están las larvas de esa pulga negra.

– Y ¿qué vas a hacer? ¿Les vas a poner algo?

– La decisión no es sencilla. Para esta plaga existe un producto autorizado en agricultura orgánica pero no es un producto selectivo. Vas a matar una parte de las larvas ¡no todas! pero al mismo tiempo vas a afectar a los insectos auxiliares. Sin contar que mientras más fitosanitarios usas, más se refuerza la resistencia de los insectos.

– ¿Entonces?

– Creo que no haremos nada. Vamos a esperar que los insectos auxiliares, – ¿viste que hay bastantes? – puedan ayudar a defender las coles.

Preservar la fauna auxiliar de la agricultura es primordial. Estoy hecha leña, ¡ayyy!  Sé lo que valen mis hortalizas, y valen más que lo que cuestan. Estoy hecha leña pero hoy contribuí con mi granito de arena por el planeta, por alimentar sanamente a mi familia, contra la industria agroalimentaria, contra los aditivos y la comida chatarra, contra los intermediarios, contra Monsanto…

Se puede leer un artículo relacionado con este tema aquí : La verdolaga.

Jeanne Antide Thouret parmi les acteurs de la Révolution au pays de Sancey

J’aime les histoires et j’aime l’Histoire quand elle concerne les Hommes et que l’on voit apparaître leurs vies dans la réalité du quotidien. La Révolution française que je ne connais que de façon scolaire et superficielle est une véritable mine pleine de trésors encore à débusquer. Ce travail reste un terrain de jeu passionnant pour certains chercheurs, historiens professionnels et amateurs.

C’est le cas de cet ouvrage autour de Jeanne Antide Thouret, figure comtoise emblématique de l’Église catholique régionale.  Agréable à lire, ce travail passionnant, tant par la méthodologie que par le contenu, vient faire oeuvre culturelle, enrichissant une figure d’emblée sympathique, issue de cette paysannerie où les jeunes filles pouvaientt espérer une certaines éducation grâce à l’Église.

Que savais-je de Jeannne Antide Thouret ? Pas grand-chose, n’étant ni dévote ni originaire de la région. Sa Basilique à Sancey-le-long, lieu de pèlerinage pour les uns, de recueillement pour d’autres a été pour moi un endroit agréable de promenades et de chant choral lors de séjours avec ma chorale universitaire. J’ai eu a rencontrer, quelquefois, des soeurs italiennes à Besançon, lieu où la fondatrice créa la congrégation. Elles y venaient pour apprendre le français et partir en mission en zones francophones…

Mais ce n’est pas tant la figure de Jeanne Antide qui est le personnage principal de cet ouvrage. C’est le peuple de cette France profonde en cette période troublée et dont le portrait est fait grâce aux documents d’archives précieusement conservés.

On perçoit, les contradictions entre certains éléments de la légende et les documents qui font l’Histoire. Quelle a été la vie de cette religieuse durant la période révolutionnaire réputée par certains auteurs avoir été une période noire pour les catholiques ? Étaient-ils systématiquement persécutés et exécutés du seul fait de leur foi réligieuse ? L’ouvrage apporte quelques éclairages sur la question.

À travers les figures des Péseux, Thouret, Prudham et tant d’autres acteurs révolutionnaires, l’auteur nous permet d’approcher la vie des gens, les difficultés sanitaires, éducatives, les enjeux politiques et sociaux… à travers leurs voix qui résonnent dans ses pages grâce aux documents des Archives Départementales du Doubs. On se promène dans toute la région du Val de Sancey et le château de Belvoir, lieu de mémoire, est le théâtre de bien des rebondissements. On a envie de savoir la suite.

Vous connaissez l’histoire parisienne de la Révolution? Revenez à l’histoire du Terroir. Moi, j’ai lu l’ouvrage sur Jeanne Antide et les révolutionnaires de Sancey comme un roman.

Références: Bernard Prudham http://bernardprudhampublications.neowordpress.fr/

Urgencia… y tú ¿qué habrías hecho?

Leyendo a Patrick Pelloux, médico urgentista y cronista en el Charlie Hebdo, en sus publicaciones del 15 y 22 de abril 2015 me acordé de mis tiempos en que como personal universitario fui voluntaria para las capacitaciones de «socorrista laboral». Durante años participé en las formaciones y fui parte de los socorristas que la administración universitaria quería tener en todos sus sitios y laboratorios.

Sabíamos que esa certificación nos podía llevar a actuar no solo en el marco de nuestro espacio de trabajo, sino también en cualquier circunstancia de la vida cotidiana. Qué gestos realizar para un bebé o uno mayor que se atraganta… qué hacer en caso de incendio, de quemaduras según el tipo de la quemadura, de escape de gas… cómo actuar en caso de pérdida de conocimiento de una persona, verificar la respiración, ¿y si no respira..? la importancia de la ventilación mientras llegan los auxilios profesionales y cómo evitar las pérdidas de tiempo.  ¿Qué hacer en caso de hemorragia? Y sobre todo, qué no hacer. Algunas veces la buena voluntad mal orientada puede ser peor que el no hacer nada. Aprendimos también a mantener una vigilancia preventiva para evitar los accidentes.

Lo que me motivó a participar en esta actividad fue un episodio al inicio de mi vida profesional. Como joven profesora en mi centro universitario, recibíamos estudiantes de todos orígenes y horizontes en cursos durante el año y cursos intensivos de verano para el aprendizaje de lenguas extranjeras. Un día, en medio del curso, una jovencita tuvo un ataque de algo que no entendí en el momento y quedé paralizada sin saber qué hacer. Por suerte, uno de los participantes del grupo, sí entendió. Saltó por encima de las mesas, apartó a todo el mundo e hizo lo necesario para evitar que la niña se mordiera la lengua y no recuerdo qué más hasta que la crisis pasó. La chica tenía, en su bolsa, medicamentos para su problema. Se me habló de crisis de «Tetanía» que debe ser algo como la epilepsia que tanto asustaba a algunos curas de mi infancia (perdón, ese es otro cuento). Me enteré luego, conversando con él, que había recibido formación de prevención y socorrismo desde la adolescencia por su participación en un grupo de scouts que hacían muchas actividades al aire libre. Eso me decidió. No podía yo tener la responsabilidad de un grupo y ser incapaz de reaccionar adecuadamente, en caso de necesidad, a una urgencia.

En las capacitaciones teníamos testimonios de accidentes más o menos graves. Recuerdo el de una colega, profesora en la facultad de Ciencias y técnicas físicas y deportivas de mi Universidad. Un estudiante de unos 20 años, subió corriendo las escaleras para entregarle una tarea y al empezar a hablar se fue al suelo. Pérdida de conocimiento, ataque cardiaco, no respiraba. Inmediato aviso a Urgencias Médicas, mientras tanto a ella le tocó hacer el masaje cardiaco para mantener la circulalción de la sangre. El chico se salvó. Se descubrió que ese gran deportista  tenía un problema cardiaco que hasta entonces nunca se había detectado. Eterno agradecimiento de la familia y esa emoción compartida, ese sentimiento de orgullo en ella de haber sido capaz de hacer algo útil.

Histoire d'urgencesPor eso, la historia de la bella Jane, me ha dejado pensando, ¿cuántos transeúntes serían capaces de intentar salvar una vida? ¿Cuántas madres de familia se vuelven locas y si el niño se quema, en lugar de echarle agua fría le echan sal o alguna pomada grasosa, lo que empeora la situación friéndolo más?

La bella Jane era una mujer moderna de unos 40 años con esposo e hijos. A esa edad, y también después, las mujeres necesitamos movernos para conservar la forma. Jane, como de costumbre, salió a correr una hora por las calles de París. Con tan mala suerte que ese día, tuvo un paro cardiaco. ¿Por qué? No se sabe. Lo peor de la mala suerte es que cayó a los pies del imbécil más imbécil de todo París quien llamó a Urgencias Médicas diciendo que no había apuro porque estaba muerta. Se sabe que por mucha prisa que se den las ambulancias, en un paro cardiaco, la distancia entre la vida y la muerte cerebral es de unos tres minutos. Si tu cerebro no recibe irrigación sanguínea durante 3 minutos, ya no hay nada que hacer. El imbécil parisino, que según él lo sabía todo, se negó a hacer el masaje cardiaco que el médico urgentista le pedía que hiciera mientras llegaba la ambulancia. ¿Para qué, si ya estaba muerta? La ambulancia llegó en siete minutos. Jane no se salvó. Su esposo, en casa con los chicos que hacían las tareas, no entendía por qué no llegaba, si ya era hora de que hubiera terminado su recorrido… y… ¡por qué su GPS indicaba la dirección del hospital!

 

Charlie

Desde enero mi blog se ha quedado mudo. Quizás Tryo y su humanismo me ayuden a exorcisar y salir del trauma… La traducción de un texto poético es lo que nunca he querido hacer por respeto a los poetas, porque no creo estar a la altura de su arte, pero ahí va, y que los lectores poetas-traductores puedan criticar la traducción y mejorarla. El objetivo es poner al alcance de los que deseen entender el texto además de la música y las imágenes.

Le monde a changé, Charlie             (El mundo cambió, Charlie)
C’est ce qui t’a tué, Charlie            (Es  lo que te mató, Charlie)
C’est pas Mahomet                (No fue Mahoma)
C’est juste des enragés, Charlie          (Sólo unos rabiosos, Charlie)

La France a pleuré, Charlie              (Toda Francia lloró, Charlie)
Mais sa liberté chérie                     (Pero tu libertad querida)
Elle est immortelle                   (Ella es inmortal)
Tu la vois du ciel                (Tú la ves desde el cielo)
Le monde est cruel                     (El mundo es cruel)
Mais la vie est belle                 (Pero la vida es bella)

On a tué ta vie, Charlie                 (Mataron tu vida, Charlie)
Mais pas tes idées, Charlie                         (Pero no tus ideas, Charlie)
On va les chanter, mon frère                    (Vamos a cantarlas, mi hermano)
Et ces cons vivront, l’enfer            (Y esos huevones vivirán el infierno)

D’un monde libéré, Charlie               (De un mundo liberado, Charlie)
Où on peut s’marrer, aussi           (Donde podamos reír, también)
Au milieu du vacarme                   (En medio del estrépito)

du Djihad et des armes                         (del Yihad  y las armas)
Il reste la culture, l’humour et la nature                     (Queda la cultura, el humor et la naturaleza)

Hé hé hé Je suis Charlie,                (Jejejejé, Yo soy Charlie)
Hé hé hé Toujours en vie              (Jejejejé, Aún estoy vivo)
Hé hé hé Je te l’écris, et…               (Jejejejé, Te lo escribo y…)
Je vais… le dessiner             (Lo voy… a dibujar)

Et te revoilà, Charlie                                  (Y aquí estás de nuevo, Charlie)
Aujourd’hui et demain, c’est dit                       (Hoy y mañana, está dicho)
À grand coup de dessin                           (dibujando con ganas)
En hommage aux amis                           (en homenaje a los amigos)
Une grosse paire de seins                        (un par de senos grandes)
Sur un barbu aigri                                   (Sobre un barbudo amargado)

Je suis plus fort que toi petit                           (Soy más fuerte que tú, pequeño)
La honte d’Allah c’est dit                               (La vergüenza de Alá, está dicho)
Quand il te regarde il pleure pour toi                      (Cuando él te mira llora por ti)
Il se frotte la barbe et il ne comprend pas                   (Se rasca la barba y no entiende)

Comment au nom de Dieu a t-on                  (Cómo en nombre de Dios)
Utilisé une arme contre un simple crayon                    (se utilizó un arma contra un simple lápiz)

Tu ne vas pas nous faire taire                    (No nos vas a callar)
T’as raté ton coup                                      (Has fallado tu golpe)
Et la France toute entière                        (Y Francia toda entera)
Restera debout                           (Quedará de pie)

Hé hé hé Je suis Charlie,
Hé hé hé Toujours en vie
Hé hé hé Je te l’écris, et…
Je vais, le dessiner

On va rire et écrire, Charlie                              (Vamos a reír y escribir, Charlie)
On saura se souvenir, Charlie                         (Sabremos recordar, Charlie)
De toutes ces barres de rire au temps d’Hara-Kiri                 (Esas barras de risa en tiempos de Hara-Kiri)
On veillera à l’avenir aux familles aux amis                                       (En el futuro velaremos por las familias y los amigos)

Je te le promets, mon frère                       (Te lo prometo, mi hermano)
Ce s’ra dans la paix, mon frère                            (Eso será en la paz, mi hermano)
On tuera la misère, la tristesse et la guerre                             (mataremos la miseria, la tristeza y la guerra)
Et on laissera derrière ces connards en colère                         (Y dejaremos atrás a esos cornudos coléricos)

Hé hé hé Je suis Charlie,
Hé hé hé Toujours en vie
Hé hé hé Je te l’écris, et…
Je vais, le dessiner

¡No voy!

¡Taxi!

¡Taxi!

  Primera salida. Primer no voy. Por el momento quiero vivir como panameña. No he alquilado un carro para no moverme en los tranques de Panamá y para no tener donde dejarlo cuando quiero bajarme de él en esta ciudad de locura. Siempre he aprendido de las ciudades caminando. Ni los tours en carro o vehículos de turismo, dan la visión que de ellas tienes caminando. Y ya no me sé mi ciudad. Todos dicen que es peligrosa y yo no la siento así. La siento como una ciudad donde hay gente que va a su trabajo y sus quehaceres. Que tienen que moverse por ella y no siempre en las mejores condiciones cualquiera que sea el medio. En mis visitas anteriores me fui con el sentimiento de haber perdido mucho tiempo metida en una lata refrigerada con ruedas y motor. Inmóvil en tranques por doquier. Quiero evitar esa frustración nuevamente.

Los taxis no parecen taxis. Paran, ¡cuando paran! y preguntan – ¿pa onde va? – A Exedra Books en Vía España – digo yo. – No. Yo voy pa’cá – dice indicando la dirección contraria… ¿Balboa? ¿Ancón? Él tiene su ruta, como los buses. Esto es sobre todo en las zonas donde el pueblo se mueve.

Caminar por la ciudad

Caminar por la ciudad

Ya Panamá tiene un alto índice de adultos mayores en su población. De esos que por necesidad quisieran, al salir de la Policlínica del Seguro Social, coger un taxi para evitarse las trampas de las calles del sector. Por suerte no es mi caso y a mi madre también le conviene una caminadita, bien acompañada por la Central. ¿Para qué sufrir? La libertad es el bien más preciado del hombre y… de la mujer. Algunos aún somos libres de caminar. Hasta cierto punto. El Metro Bus tiene paradas cerca. Bajar hasta la Avenida B y coger un Vía España, no me parece complicado. Lo complicado es montarse en el bus cuando los conductores no se arriman bien a la acera o que la acera sale de un bombardeo bosniaco. Sólo para gente joven y alerta. Optamos por caminar de calle 17 hasta la boca del Metro en Plaza 5 de mayo. No está lejos. Sólo hay que mirar donde pones los pies.

P1040135El camino hasta la entrada del Metro desde la Caja del Seguro Social es algo extraño para mí. Da la impresión que los ingenieros, los urbanistas, no previeron todos los itinerarios posibles de los usuarios. No previeron, en particular, la trayectoria y las necesidades de tantos adultos mayores que son gran parte de los principales usuarios del transporte público. No sé cómo hace una persona en silla de ruedas para pasar por las aceras repletas de buhoneros. No hablo de los tantos que veo transitar con andaderas. ¿Cómo hace para saltar aceras e isletas previstas para gente joven y ágil. Busqué los pasos peatonales «de seguridad». Hay que adivinarlos y en varios casos el salto entre la acera y la calzada era considerable para mi madre a pesar de sus 87 años de caminadora incansable y ágil aún. Por eso hay tanto accidente en esta ciudad. Ya los viejos no tienen derecho a ella.

Bajando al metro de Panamá - Plaza 5 de mayo

Bajando al metro de Panamá – Plaza 5 de mayo

Llegar a la entrada el Metro fue cambiar de mundo. Una escalera larga y empinada. Escaleras eléctricas. Fresco. Decibelios en caída… Salir del cáos para entrar en un espacio fresco y casi silencioso. Un guardia indicó a mi madre dónde tomar el ascensor. La escalera eléctrica, sobre todo en bajada, no es de su predilección. Prefiere la normal. Me acerqué a uno de los expendedores de tarjetas, pensando, pesimista: «Capaz que no funciona». La pantalla indica clarament como proceder para obtener una tarjeta – dos balboas – y luego cómo ponerle crédito para viajar. Basta con saber leer y tener algo de costumbre de ese tipo de herramientas. Para adultos mayores es bueno prever otro tipo de servicio, con asistencia humana.

Llegando al andén, el tren ya iba de salida. NosIMG_4008 (Conflit de casse) sentamos a esperar el siguiente. Tranquilas, sin ruido, sin sofoco, sin estrés. La espera fue corta. ¿3 minutos? ¿cinco minutos? Casi nada.  Entrar al tren se hace naturalmente sin ningún esfuerzo para personas mayores, madres con hijos pequeños… La gente está tranquila y se comporta con mucha cortesía. Mi madre se sentó enseguida y luego una jovencita en uniforme me cedió su puesto. Efecto de las canas.

De la Plaza cinco de mayo a la salida de Vía Argentina, creo que ni diez minutos. Contando los pocos minutitos que esperamos mientras llegaba el tren. Salimos de aquel túnel fresco al cáos sofocante de la Vías España. Al menos aquí hay aceras y sólo tuvimos que cruzar en la esquina para llegar a Exedra Books. Mi objetivo. ¿Los taxis? Pueden seguir diciendo «¡No voy!». Yo me monto en el metro de todos los panameños. Realmente cómodo. Realmente rápido. Todo lo confiable que se puede esperar. ¿Hubo sobrecostos, negociados, corrupción en el manejo de las obras? Ya eso es harina de otro costal. Como usuaria, es el transporte que prefiero. Habrá que darle su justo valor.

Pasé un buen rato en la librería para darme cuenta que los escritores panameños no han publicado nada realmente nuevo con motivo del centenario del Canal. Quizás más adelante.

El Metro Bus que tomamos a la vuelta en la parada cercana a Exedra sufre de la pobre infraestructura de la ciudad, si ponemos de lado el drama logístico en ciertos sectores. Las aceras son un verdadero desastre con hoyos, irregularidades dejadas por obras que asfaltaron la calzada pero dejaron las aceras como después de un bombardeo. Para un adulto mayor, el esfuerzo de subir es mayúsculo por la distancia que hay entre la acera y el peldaño del autobús. Sin contar que muchas veces los conductores no se arriman a la acera debido a la zanja que queda entre la calzada y la acera haciendo difícil la subida y, sobre todo, la bajada bastante peligrosa.

Sigue siendo sorprendente ver circular buses chatarra que contribuyen a la contaminación visual, sonora y del aire de manera exagerada. Estoy convencida que en muchos casos, caminando a la sombra, llegas más rápido a tu lugar de destino que metida en un tranque contribuyendo al smog, a la degradación de la calidad de vida de todos.

De Calidonia a San Felipe

Monumento a los héroes de la Patria

Monumento à los héroes de la Patria

Jueves 23 de octubre. Le pedí al taxi que me dejara por la Asamblea Nacional. Aún era temprano. El seguridad a la entrada me dijo que la sesión comenzaba a las 11. ¡Nada madrugadores, nuestros Honorables! Decidí dar una vuelta por el sector mientras llegaba la hora de entrar al Palacio Legislativo. ¿Intento de revivir lo vivido hace ya tantos años? Me encontré con un monumento que yo no conocía. Me hizo pensar, ante todo, en los mártires del 9 de enero de 1964 pero no, es un monumento a todas las luchas por la soberanía, – a los héroes de la Patria – reza la placa. Pasa desapercibido, allí donde está, en ese costado del Palacio Legislativo entre viaductos y tráfico intenso.

Ni millones ni limosnas, queremos justiciaEl Parque Legislativo me dio algo de tristeza, la fuente no funciona. Tan linda que era cuando yo era niña. Al menos, recuerdo un lugar prestigioso, bonito, con esas fuentes y el monumento a Remón. Las esencias de árboles que han puesto allí son árboles relativamente bajos, no han crecido tanto como en otros parques de la ciudad. Claro que ese parque no se puede comparar con el de Santa Ana, cuyos árboles dan tan hermosa sombra, ni con el Parque Omar, mucho más amplio y verde. Los maceteros en las orillas están arruinados, en general. Hay que remover la tierra, añadir un poco para sembrar las flores que faltan y que resultarían muy vistosas allí.

CutarrasUn vendedor de cutarras y sandalias típicas esperaba la clientela en la parte delantera del parque. Me probé unas que me quedaron perfectas y frescas. Me dijo que las hacen en Guararé. Me quedé con ellas puestas y metí mis zapatos en la cartera.

Para dar tiempo, esperando la hora de la sesión de la Asamblea Nacional, decidí meterme en la Biblioteca Nacional. En el primer piso me hicieron mi tarjeta de lectora por B/0.50 anual. Ese piso parece esperar aún trabajos de renovación pero me encantó encontrar aún una fuente de agua fría para el sediento. La sala es inmensa y fresca en contraste con el calor de la calle. Sólo un señor paracía absorto en alguna lectura en una de las mesas. Los ficheros son aún de los antiguos. Pedí un libro de Historia de Panamá. El más reciente. No me convenció. La investigación histórica no es el punto fuerte de la obra. Estaba revisándolo, pensando que ya iba a ser hora de cruzar para la asamblea cuando empezaron a sonar consignas y eslóganes en la calle: «¡Magistrados corruptos, a la cárcel!». Era un grupo de SUNTRACS aglutinados delante de la reja que había sido cerrada. Cuando se cansaron de gritar, pusieron unas bocinas con el reggae de SUNTRACS. Vi a lo lejos que algunas personas entraban en la asamblea y decidí salir. Antes, subí al segundo donde encontré una sala renovada que contrastaba fuertemente con la primera. Aparentemente, es una sala que fue «donada» por la

Biblioteca Nacional - 2° piso

Biblioteca Nacional – 2° piso

Embajada de Estados Unidos. Libros recientes, nuevos, en exposición. Allí se dictan conferencias también. La encargada me habló de la sala infantil y me acompañó hasta esa sala en la planta baja. Linda sala pero un poco vacía de niños. La señora que la atiende me explicó el funcionamiento. Los maestros pueden traer a sus estudiantes, los padres pueden asistir con sus hijos. Di un vistazo a los libros expuestos y de verdad vale la pena darse una vuelta por ahí con los niños desde antes que sepan leer. Papá o mamá pueden encontrar allí libros que podrán leer a los chicos y familiarizarlos con el mundo de los libros casi gratis. También pueden encontrar referencias si prefieren comprar esos libros para tenerlos en casa.

Antaño, la biblioteca abría hasta las 8 p.m.. Ahora, por estar en «zona roja» ya sólo abren hasta las 6 p.m. me explicó una de las encargadas. Hay tres pisos. Tengo que volver para conocer el último que también tiene computación.

Todo ese sector merece un esfuerzo de restauración, la cultura debe estar cerca de la gente que más la necesita y hacer una campaña de popularización de las bibliotecas tanto para estudiantes como para las familias y el público en general. La sala infantil responde por sus equipamientos a ese propósito, al menos en apariencia. Falta quizás, el trabajo con el público. Una biblioteca acogedora puede ser tan interesante como ir a dar vueltas por un Mall, pienso yo.

Paso cerrado

Cerrado el paso

Pero no me olvido de mi idea de entrar a la Asamblea, así que salgo con ese propósito. Los SUNTRACS seguían allí. Se habían cerrado todos los accesos a la asamblea. Imposible entrar. Por despecho me fui a conversar con ellos. Un señor muy amable me explicó que estaban haciéndose notar por un caso de asesinato de un trabajador acaecido en 2007 – del que, en efecto, encontré referencias en publicaciones serias como el Observatorio para la protección de los defensores de derechos humanos. – Sin embarco, para los sindicalistas, lo más penoso es que la condena al asesino fue anulada varios años después por vicios «de forma». Ellos claman justicia y acusan a los jueces que tomaron tal decisión de corrupción.

Mientras conversaba con el grupo de SUNTRACS, vimos varios patrullas cerrar la calle en el cruce con la avenida Central. Decidí que era mejor seguir mis vacaciones estudiosas por otro lado y me despedí del grupo. Pero como andaba en mi onda de vidagena ese día, no resistí a la tentación de acercarme a los agentes pues me pareció extraño que fueran ellos quienes obstruyeran la vía cuando los manifestantes la habían dejado abierta hasta entonces. El agente, muy serio, me dijo que ellos cerraban la vía por seguridad. Sí, pero los carros pasaban con normalidad hasta ahora, qué pena para los que tenían que pasar por ahí, le dije. Es que hay que tener cuidado, contestó con cara de pocos amigos, «esos tipos son MUY peligrosos». Me fui pensando lo que pensé en dirección al Casco Viejo, caminando como siempre lo hice por toda la Avenida Central, sin pensar en lo peligroso que es, según dicen ahora, salir de su casa en vez de quedarse mirando novelas…

***

«Propiedad Privada»

La Pollera - Santa Ana - Salsipuedes

La Pollera – Santa Ana – Salsipuedes

 Mis sandalias guarareñas me llevaron por toda la Central hasta Santa Ana. Me alegró ver que el sector de la Plaza ha cambiado un poco. En particular el edificio que está en la esquina de Salsipuedes. Cada año, al pasar por el sector me daba tristeza ver lo abandonado que estaba. La Pollera, se llama, creo. Está hecho una belleza. Llegué hasta allí al mismo tiempo que un grupo de personas importantes que parecían estar visitando esa parte de la ciudad. Me temí que fueran promotores inmobiliarios. Vi que eran VIP porque varios patrullas y policías parecían escoltar al grupo. No me atreví a sacar fotos. Casi todos eran hombres. Doblaron por la bajada de Salsipuedes y por poco me voy detrás. Pero no. Quería llegar a San Felipe y disfrutar de mi paseo a mi aire.

Curiosa, me averigüé con uno de los agentes que me dijo que era una comisión de la alcaldía de Bogotá en visita al Municipio de Panamá. No vi o no reconocí a nuestro alcalde pero tampoco me puse a mirarlos con demasiado descaro. Ese día andaba en mi onda metiche, pero algo me queda de la educación que me dio mi madre. Ella siempre dice: «la curiosidad mató al gato». Bueno yo siempre he pensado que la curiosidad es la base del progreso científico.

P1040149Siguiendo la ruta hacia Catedral desde Santa Ana, llegué a la esquina de la foto. Estaba esa señora agarrada al poste del semáforo que se ve al frente, sin atreverse a bajar la acera un poco alta para ella por su equilibrio precario. No me dí cuenta a tiempo de que estaba pidiendo ayuda. Yo llegaba de atrás. Dos jovencitos se encontraban en la acera de enfrente y uno de ellos cruzó la calle para ayudarla a cruzar. Capté el final de ese cruce. Esta

Aceras en Casco Viejo

Aceras en Casco Viejo

señora confirmaba mi impresión de que las aceras, los cruces están diseñados sólo para gente joven y ágil. La esperé de este lado de la acera y me excusé diciéndole que yo no me había dado cuenta de que necesitaba ayuda. Empezó a hablarme del costo de las compritas que acababa de hacer: un rollo de papel higiénico y medio molde de pan, andaba por los cuatro Balboas o algo así. ¡Un escándalo! Compadecí a las personas que como ella no pueden ir más allá que al chino de la esquina para comprar dos o tres cositas.

– Bueno, ya que usted está aquí, me va a ayudar a abrir la puerta. – me dijo entregándome las llaves de su casa.

Casi me asusté. Esa señora de seguro ha vivido en el mismo lugar por décadas… allí, en esa parte de la avenida Central frente a la Lotería… ¡y no le teme a los desconocidos! ¿Quién le garantizaba que yo no iba a aprovecharme para entrar en su casa y hacer cualquier desbarajuste? Ella es como yo. Queremos seguir creyendo en el prójimo. Queremos seguir creyendo que hay gente buena en Panamá. ¡Y tiene razón!

***

San Felipe se está poniendo bonito. Ojalá que las restauraciones en curso conserven el carácter de nuestro barrio histórico colonial. Ojalá también que no sigamos echando a los panameños hacia barrios y comunidades cada vez más alejadas de los centros de trabajo y que conservemos grupos sociales mixtos que se compenetren unos con otros y que así son el tejido comunitario que produce la riqueza de la Nación. Mescolanza que es fuente de paz.

Por ahora no lo veo. Lo que veo en todas partes son barrios y casas detrás de rejas y murallas, calles cerradas donde no se puede transitar sin invitación de los moradores. El «dominio público» se reduce cada vez más, aún en plena ciudad. Ninguno de esos barrios de nuevos ricos me producen envidia.

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Almorcé en un restaurante frente al Palacio Simón Bolívar, la actual Cancillería. Después de dar otras vueltas, decidí volver por calle cuarta pensando sacarle una foto al Palacio de las Garzas, nuestra Presidencia de la República y seguir hacia el antiguo terraplén. Me encontré con la barrera. Y con los guardias.

– ¿Puedo pasar?

– No. Por aquí no se puede pasar.

– ¿Por qué? – Necia que soy -.

– Porque esto aquí es privado.

– ¿Cóómo? ¿Privado? ¿Esto no es la Presidencia?

– Sí.

– Entonces no es privado. ¡La Presidencia es mía, ciudadana panameña! – ¡qué rabia! –

Bueno sí, pero me quedé con las ganas de pasar y admirar la arquitectura del Palacio Presidencial y seguir por la orilla de la bahía… como antaño… Sólo me quedé con esto…