Mi canasto de eneldo

Ya amaneció. Por la contraventana entornada se cuela la claridad del cielo. Es pleno día… ¿qué hora es? Ah, no… ¡qué temprano! Apenas las 5:40 de la mañana pero estamos en junio y en el hemisferio norte. ¿Pero qué hago yo despierta tan temprano? Veo el mensaje de mi hermana en el Whatsapp «ya llegamos a la casa de la Mesa». Tres mujeres, tres generaciones para pasar el fin de semana lejos de la ciudad. Me alegro. En Panamá aún no es medianoche del viernes y yo ya me estoy levantando el sábado. Me acecha la esquizofrenia. El cuerpo aquí, la mente allá. Una parte del corazón de cada lado del Atlántico. Algunos días me curo y dejo de vivir allá para disfrutar de mi aquí.

¿Qué me dice el Tuíter? Que  De Lima dice que él no fue. Que le cambien la medida cautelar. Unos a favor, otros en contra. ¿A cuántos más hay que investigar? Se hace el balance del primer año de gobierno del Presidente… los atentados, asesinatos horrendos en Francia, en Túnez, en Koweit… y alguna mujer masacrada por su pareja en cualquier parte.

Bueno, ya está bien. ¡A desayunar! tomarse un café, preparar la mochila y arrancar. Hoy me toca ir a ayudar a mis productores de hortalizas a 40 kilómetros de aquí. ¡A moverse! La agricultura es madrugadora, yo no.

¿Cómo dice? ¿Que desde cuando yo soy agricultora? Pues nada. Desde que decidí hacerme miembro de algo que por hoy voy a llamar una cooperativa entre productores y consumidores. El «canasto de eneldo». Antes, ¡ni sabía lo que era el eneldo y nunca había comido hinojos! Creo que en España lo llaman «grupos de consumo» o algo asÍ. Estoy aprendiendo desde que decidí que no basta con comer productos orgánicos de buena calidad, sino que además, es mejor si se producen a una distancia razonable de mi casa. En circuito corto, del productor al consumidor en el marco de una relación solidaria y no puramente comercial. Me gusta sentir que soy parte de un proyecto de salud pública y de economía solidaria. También me gusta contribuír a que los que producen mis alimentos se ganen la vida decentemente como cualquier otro profesional. Todos los productores del grupo son gente joven pocos necesitan nuestra ayuda en ciertos momentos del año.

A ver, la mochila. Una cantimplora, un bloque de hielo para refrescar, un emparedado, un banano. ¿Qué falta? ¡Hum, que no se quede el sombrero, lo voy a necesitar! ¡Andando!

Siempre temo perderme. Antaño, vine muchas veces a varios pueblos del sector, cuando cantaba en el Coro Universitario y dábamos conciertos donde nos invitaban. Pero ya no conozco la ruta. Las han cambiado. Han puesto desviaciones para evitar pasar por los pueblos que hay en el camino. Es más rápido, pero siempre temo enredarme. Tengo que ir mirando los letreros. ¡Por suerte los hay, no como en Panamá!

– Oiga, por favor, ¿para ir al Rincón de la Palma es por aquí?

– Sí, cómo no. Siga al busito de colegiales. Él va pa’ allá.

El busito se sabía muy bien la ruta y se conocía todos los cráteres del camino, enseguida entendí que los zig-zag que hacía no era porque estuviera borracho. Parece que ahora la carretera está buena.

En el auto, las noticias siguen dando detalles de los atentados. La monstruosidad de una decapitación en Francia. ¿Por qué ese empresario acabó sus días así? ¿Por ser el patrón del asesino? ¿Por qué un individo pone a su familia en semejante trance de verse señalada? Su madre, su hermana, su esposa, sus hijos… Todo eso es agua para el molino de la extrema derecha francesa. Puerto El Kantaoui, Túnez, lugar hermoso donde mis hijos conocieron la primera experiencia de buceo con botella. Estamos destruyendo el planeta. El hombre sigue auto destruyéndose, por sed de poder, de dominación, de dinero, oro, petróleo…

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Ya estoy… son las 8 a.m. Nunca he llegado tan temprano.  Todo tranquilo. Hortalizas para allá, hortalizas para acá. Los invernaderos de los tomates, pepinos, berenjenas… Ahí viene Fred.

– Hola, Fred, ¿qué hacemos hoy?

– Vamos a desherbar las coles…

¡Ah, los repollos! La mala hierba… En agricultura orgánica, la hierba se saca a mano… cero herbicida… cero Monsanto. ¡Cóncholes! se me olvidaron los guantes después, ¡quién recupera esas uñas negras..!

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Somos 4 en las líneas de repollos. A mis años, las rodillas no resisten la posición en cuclillas y si me arrodillo durante 10 minutos, luego, desboblar el cuerpo es un tormento indecible. La solución es el fitness. ¡Un, dos, un dos…! Piernas separadas, rodillas flexibles, uno ¡abajo! agarras la mala hierba entre las coles ¡arriba! la tiras donde te dijo Fred. Un, dos… sí, ya sé. En el gimnasio, los ejercicios duran una hora, aquí es gratis y duran toda la mañana. ¡Un, dos…!

– Chicas, son las 12:30, ya han trabajado bastante. Vamos a tomarnos una cerveza.

Con razón ya no siento las piernas, las rodillas, los muslos, la cadera… ¡Estoy hecha leña!

Sentados en la terraza de la granja, la cerveza del artesano cervecero miembro de nuestro grupo me sabe a gloria. Estoy hecha leña pero contenta. Aprendí muchas cosas hoy. Las pulgas y los pulgones, las mariposas blancas que están buscando donde poner sus larvas golosas, los insectos auxiliares, orugas y mariquitas… Me enteré de la inquietud por las plagas y la razón del uso muy limitado de fitosanitarios.

–  Mira, aquí están las larvas de esa pulga negra.

– Y ¿qué vas a hacer? ¿Les vas a poner algo?

– La decisión no es sencilla. Para esta plaga existe un producto autorizado en agricultura orgánica pero no es un producto selectivo. Vas a matar una parte de las larvas ¡no todas! pero al mismo tiempo vas a afectar a los insectos auxiliares. Sin contar que mientras más fitosanitarios usas, más se refuerza la resistencia de los insectos.

– ¿Entonces?

– Creo que no haremos nada. Vamos a esperar que los insectos auxiliares, – ¿viste que hay bastantes? – puedan ayudar a defender las coles.

Preservar la fauna auxiliar de la agricultura es primordial. Estoy hecha leña, ¡ayyy!  Sé lo que valen mis hortalizas, y valen más que lo que cuestan. Estoy hecha leña pero hoy contribuí con mi granito de arena por el planeta, por alimentar sanamente a mi familia, contra la industria agroalimentaria, contra los aditivos y la comida chatarra, contra los intermediarios, contra Monsanto…

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